Page 39 - Artículos de Opinión en ECONOMIA de MALLORCA del ULTIMA HORA 2003-2004
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EL POLÍTICO, EL CIENTÍFICO ... Y EL FUNCIONARIO. Max Weber fue un sabio alemán que, siguiendo una rancia tradición teutónica, dedico su esfuerzo científico a tirar por tierra las conclusiones de otro sabio alemán anterior, cuyo mérito principal parece haber sido cometer los errores sociales y económicos más influyentes de los últimos siglos. Si han adivinado quién fue tan perverso sujeto, envíenme un E-mail con su nombre y los cien primeros acertantes participarán en el sorteo de las obras completas del susodicho. Ambos hicieron política en sus respectivas épocas, desde la pasión científica, convirtiéndose en “clásicos” de las ciencias económicas y sociales. Max Weber aún es reconocido como uno de los principales teóricos del poder político y de su administración burocrática. Política significaría, según él, la aspiración a participar en el poder o a influir en su distribución entre los distintos grupos de interés en un territorio dado. Quién hace política aspiraría al poder como medio para la consecución de otros fines, idealistas o egoístas o por el poder mismo y el prestigio que aporta, pero sin olvidar nunca que el líder político se apoya en una estructura organizada y permanente de personal profesionalizado motivado por la retribución material y el prestigio social. La política se convierte en una profesión cuando se hace de ella una fuente duradera de ingresos, conseguido lo cual, se perseguirían otros objetivos, pero siempre garantizando este principio. Lo que los jefes de partido dan hoy como pago de servicios leales, son cargos de todo género ... la lealtad al jefe, su carisma, cada vez más, vienen dados por su capacidad de conseguir los votos necesarios para obtener o mantener cotas de poder de reparto. Toda lucha entre partidos persigue no sólo un ideal lejano, sino también y ante todo, el control sobre la distribución de los cargos que gestionan el día a día, a la espera del milagro prometido. Estos partidos políticos sienten más una reducción de su participación en los cargos que una acción dirigida contra sus propios fines proclamados. Son partidos cazadores de cargos, que cambian su programa y sus “cabezas de cartel” de acuerdo con las posibilidades de captar votos, para instalar al mayor número de partidarios en puestos de responsabilidad y bien remunerados ... directa o indirectamente. A esta tendencia se opuso (Weber dixit) la evolución del funcionariado moderno como conjunto de trabajadores altamente especializados, con un honor estamental muy desarrollado, cuyo valor supremo era la integridad y la eficiencia (hablaba en serio) ... sin las cuales caerían en la corrupción y la incompetencia generalizada, amenazando las realizaciones del aparato del estado en cuanto garante de la estabilidad y el bienestar general de sus ciudadanos. Un aparato administrativo cuya importancia económica y política aumenta continuamente aún en los ciclos más liberalizadores.
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