(Navia, Asturias, 1817-1901) Escritor español. Poeta, prosista, orador

parlamentario y político. Toda su vida alternó la literatura con la

política, ésta de signo moderado. En su juventud publicó algunos

libros de versos, como «Ternezas y flores», «Ayes del alma» y

«Fábulas», pero su primer éxito se lo dieron las «Doloras» (1846).

Veinticinco años más tarde aparecieron los «Pequeños poemas»,

algunos de los cuales, como «El tren expreso», se hicieron célebres.

Más tarde publicó las «Humoradas», poesías breves de carácter

cómico sentimental. El propio autor definió así los géneros que

cultivaba: «¿Qué es humorada? Un rasgo intencionado. ¿Y dolora?

Una humorada convertida en drama. ¿Y pequeño poema? Una dolora

amplificada». Así mismo escribió poemas narrativos («Colón», de

tema histórico) y de asunto fantástico y simbólico («El licenciado

Torralba» y «El drama universal»), además de obras en prosa de

carácter más o menos filosófico, como «El personalismo», «Lo

absoluto» y alguna pieza teatral.

Los versos de Campoamor, que en su tiempo alcanzaron un éxito

rotundo (fenómeno que algunos consideran comprensible dada la

compenetración del autor con el ambiente de la época de la

Restauración), han sufrido en nuestros días una notable

desvalorización, pese a su innegable originalidad, a la agudeza que

reflejan y a cualidades nada desdeñables de ritmo, rima y belleza de

imágenes. A esa desvalorización acaso contribuyeron autores tan

prestigiosos como Azorín, que llegó a decir de Campoamor que «es,

con su vulgarismo, con su total ausencia de arranques generosos y

de espasmos de idealidad, un símbolo perdurable de toda una época

de chabacanería en la historia de España».

Campoamor defendió posturas antirrománticas. En sus escritos

definía, criticaba, y mantenía una consciente fluctuación entre

optimismo y pesimismo, entre ilusión y realidad, entre frivolidad y

seriedad. En cualquier caso, fue un poeta ingenioso y un versificador

sumamente personal.