comillas. 1. Signo ortográfico del cual se usan diferentes tipos en español: las comillas angulares, también llamadas latinas o españolas (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Las comillas inglesas y las simples se escriben en la parte alta del renglón, mientras que las angulares se escriben centradas. Las comillas que abren abajo y cierran arriba (,, ”) solo se usan en alemán.

2. Se trata de un signo de los llamados dobles, ya que existen comillas de apertura y comillas de cierre. Todos los tipos de comillas se escriben sin espacio de separación respecto de la primera y la última palabra del período que enmarcan, y con un espacio de separación respecto de las palabras o signos que las preceden o las siguen. Sin embargo, cuando lo que sigue a las comillas de cierre es otro signo de puntuación, este se escribe pegado a ellas.

3. Es necesario establecer una jerarquía en el uso de los distintos tipos de comillas, al menos en los textos impresos. Se recomienda utilizar en primera instancia, en los textos impresos, las comillas angulares, dejando los otros tipos para cuando deban entrecomillarse partes de un texto ya entrecomillado. En este caso, las comillas simples se emplearán en último lugar: «Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”». No obstante, en la escritura manuscrita, por cuestiones de comodidad, no suelen utilizarse las comillas angulares, y tampoco es corriente su empleo en la prensa, donde se usan normalmente las comillas inglesas, que son las que pueden insertarse de modo más inmediato desde los teclados de las computadoras u ordenadores.

4. Las comillas se utilizan en los casos siguientes:

a) Para enmarcar la reproducción de citas textuales. Si el texto que se reproduce consta de varios párrafos, antes era costumbre colocar comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):

 

Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:

«En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].

»Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio».

 

Hoy, lo normal es reproducir la cita con sangrado respecto del resto del texto y generalmente en un cuerpo menor. En ese caso, ya no son necesarias las comillas:

 

Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:

En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España [...].

Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio.

 

Cuando se intercala un comentario del transcriptor de la cita, este debe enmarcarse entre rayas (® raya, 5), sin necesidad de cerrar las comillas para volverlas a abrir después del inciso: «Es imprescindible —señaló el ministro— que se refuercen los controles sanitarios en las fronteras».

También se encierran entre comillas las palabras textuales que se reproducen dentro de un enunciado en estilo indirecto: «Desde Medicus Mundi reconocieron ayer sentir “impotencia y congoja” por este asesinato y exigieron “un compromiso de las autoridades para el esclarecimiento de estos graves hechos”» (País [Esp.] 12.6.00). La inclusión, a través de las comillas, de un texto literal dentro de un enunciado en estilo indirecto es aceptable siempre y cuando no se incumpla alguna de las condiciones impuestas por el estilo indirecto, como, por ejemplo, la correlación de tiempos verbales o los cambios en determinados elementos deícticos como pronombres o adverbios. No sería aceptable, por tanto, un enunciado como el siguiente: *Mi madre nos recomendó que “no salgáis a la calle sin abrigo”.

b) Para encerrar, en las obras literarias de carácter narrativo, los textos que reproducen de forma directa los pensamientos de los personajes: «“¡Hasta en latín sabía maldecir el pillastre!”, pensó el padre» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]). Cuando los pensamientos del personaje ocupan varios párrafos, se colocan comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):

«“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, [...] qué diría el mundo entero!

”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra”. Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba... sentía escalofríos» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]).

c) Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial: Dijo que la comida llevaba muchas «especies»; En el salón han puesto una «boiserie» que les ha costado un dineral; Parece que últimamente le va muy bien en sus «negocios». No obstante, hay que tener en cuenta que en textos impresos en letra redonda es más frecuente y recomendable reproducir los extranjerismos en letra cursiva que escribirlos entrecomillados.

d) Cuando en un texto manuscrito se comenta un término desde el punto de vista lingüístico, este se escribe entrecomillado: La palabra «cándido» es esdrújula. No obstante, en los textos impresos, en lugar de comillas, se distingue tipográficamente el término en cuestión escribiéndolo en un tipo de letra diferente al de la frase en que va inserto (en cursiva si el texto normal va en redonda, o en redonda si el texto normal va en cursiva): La palabra entre, incluida tradicionalmente en la lista de preposiciones, no funciona a veces como tal.

e) En obras de carácter lingüístico, las comillas simples se utilizan para indicar el significado de una palabra: La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’.

f) Para citar títulos de artículos, poemas, capítulos de un libro, reportajes o artículos periodísticos y, en general, cualquier parte dependiente dentro de una publicación, a diferencia de los títulos de los libros, que se escriben en cursiva cuando aparecen en textos impresos en letra redonda, o subrayados si se trata de textos manuscritos o mecanografiados: Ha publicado un interesante artículo titulado “El léxico de hoy” en el libro El lenguaje en los medios de comunicación.

5. En cuanto a la combinación de las comillas con otros signos de puntuación, hay que tener presentes las indicaciones siguientes:

a) Los signos de puntuación correspondientes al período en el que va inserto el texto entre comillas se colocan siempre después de las comillas de cierre:

Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.

¿De verdad ha dicho «Hasta nunca»?

b) El texto recogido dentro de las comillas tiene una puntuación independiente y lleva sus propios signos ortográficos. Por eso, si el enunciado entre comillas es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación y exclamación se colocan dentro de las comillas:

Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?».

«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.

De esta regla debe excluirse el signo de punto, que se escribe siempre detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado ocupa la parte final de un enunciado o de un texto (® 5c).

c) Cuando lo que va entrecomillado constituye el final de un enunciado o de un texto, debe colocarse punto detrás de las comillas de cierre, incluso si delante de las comillas va un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos:

«No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó.

«¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco.

«Si pudiera decirle lo que pienso realmente...». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad.

En el caso de que deba colocarse una llamada de nota que afecte a todo el texto entrecomillado, esta debe colocarse entre las comillas de cierre y el punto:

Rafael Lapesa señalaba que «es muy discutido el posible influjo de las lenguas indígenas en la pronunciación del español de América»1.

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1 Historia de la lengua española, p. 545.

 

Si la nota solo hace referencia a la última palabra del texto entrecomillado, la llamada debe colocarse delante de las comillas de cierre:

Rodolfo Lenz llegó a afirmar que el habla vulgar de Chile era «principalmente español con sonidos araucanos1».

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1 El araucano o mapuche es la lengua que hablaban los naturales de la antigua región de Arauco, en la zona central de Chile.