En general se considera como edificio enfermo, a aquel cuyos
ocupantes exponen quejas respecto a su salud en un porcentaje razonablemente elevado,
superior al 20%, y cuyas causas son difíciles de identificar dado que tienen un origen
multifactorial y no suelen ir acompañadas de lesiones orgánicas o físicas.
El apelativo de síndrome del edificio enfermo se le atribuye al conjunto de síntomas
sufridos por los ocupantes de los edificios enfermos.
En particular, en las oficinas, se observa una patología de síntomas bastante
determinados, irritaciones en las mucosas conjuntivas y de las vías respiratorias,
reacciones de los aparatos respiratorio,
digestivo,
cardiovascular, osteomuscular,
nervioso y cutáneo, todo lo cual ha permitido definir el llamado síndrome del edificio
enfermo.
Las patologías presentadas por los afectados son en general leves, causando
fundamentalmente una situación de disconfort, y en determinadas circunstancias, pudiendo
influir de manera apreciable sobre los índices de absentismo.