Cuidador de jardines; cuidador de zonas verdes; horticultor; paisajista; trabajador de parques y jardines.
Realizan jardines o trabajan en ellos.
Se ocupan del mantenimiento de terrenos de propiedad
pública, privada, industrial o comercial, llevando a cabo las tareas
siguientes:
RIESGOS.
– Caídas desde superficies en altura (p. ej.,
escaleras de mano,
plataformas o tejados), resbalones y caídas sobre el terreno (en el
barro, en suelos húmedos o sobre la hierba) y tropiezos y caídas en
superficies desiguales o con diversos aperos de jardinería, que dan lugar a
contusiones, conmociones, cortes y fracturas de huesos;
– Vuelcos de tractores y otros vehículos de trabajo y plataformas remolcadas,
y caídas desde los mismos;
– Enredo de ropas, cabellos o pelo de la barba con piezas móviles de la
maquinaria eléctrica o accionada por motor;
– Accidentes con útiles de jardinería (cuchillas, podadoras, cizallas,
rastrillos, azadas, etc.), que se producen como resultado del resbalamiento de
la herramienta, falta de atención, roturas, tropiezos o caídas sobre los
utensilios, etc., y que causan punzadas, rasguños, aplastamientos, contusiones, heridas, amputación de dedos, etc.;
– Proyección de partículas (arena, piedras, astillas, caucho o cuerda de
nylon, etc.) al trabajar con sierras, cortadoras de césped, etc. motorizadas,
lo que provoca lesiones oculares, contusiones, etc.;
– Punzadas de plantas con espinas;
– Mordeduras o picaduras de serpientes, escorpiones, abejas, avispas, roedores,
insectos o perros, que causan heridas, dolores, hinchazón, intoxicación
local o general, etc.;
– Electrocución o descarga eléctrica debidas al contacto con cables con
corriente (p. ej., líneas de alto voltaje aéreas al transportar tuberías de
metal), o producidas al trabajar con equipos eléctricos de aislamiento
deficiente;
– Derrame de ácidos (p. ej., de ácido nítrico, utilizado para desinfectar
herramientas) u otras sustancias químicas corrosivas sobre la piel o la ropa
o en los ojos, lo que causa quemaduras químicas, erupciones, lesiones
oculares graves, etc.;
– Intoxicación aguda debida a la ingestión o la inhalación accidental de
pesticidas u otras sustancias químicas
tóxicas utilizadas en agricultura.
– Niveles de ruido excesivos generados por
equipos mecanizados (cortadoras de césped, sierras, etc.) que causan
daños al tímpano, con posible pérdida de capacidad auditiva;
– Sobreexposición a la luz solar, que produce quemaduras, golpes de calor,
melanomas cutáneos, etc.;
– Exposición a condiciones metereológicas adversas (frío, lluvia, nieve,
viento), que producen congelación, enfriamientos (con posibles complicaciones
si se prolonga el trabajo en tales condiciones), etc.
– Dermatitis y otros trastornos cutáneos debidos
al contacto prolongado con sustancias químicas agrarias o
disolventes,
o a los efectos sistémicos de la inhalación de dichas sustancias;
– Intoxicación crónica como resultado de la inhalación, la absorción a
través de la piel o la ingestión prolongadas de sustancias químicas
agrarias que contengan metales pesados (p. ej.,
cadmio, mercurio,
plomo y
arsénico), compuestos organofosforados, aminos, etc.;
– Aumento de los daños sufridos por pieles presensibilizadas por el
contacto con sustancias químicas debidos a la exposición a la luz solar
(efectos citofotoquímicos).
– Contacto con plantas, flores, hierbas, etc.
alergénicas (p. ej., Ficus benjamina, diversos cactus, etc.), que
causa dermatosis,
asma, etc.;
– Inhalación de polvo, polen, aceites, vapores, etc. alergénicos, que causan
fiebre del heno, asma, etc.;
– Contacto de heridas abiertas con abono,
parásitos, excrementos
animales, insectos, etc., lo que provoca infecciones locales o generales como
el tétanos, el ántrax y otras;
– Enfermedades zoonóticas (p. ej.,
tifus exantemático,
fiebre Q);
– Leptospirosis como resultado de la penetración de microorganismos del
género Leptospira a través de las fisuras de la piel;
– Enfermedades micóticas causadas por los hongos presentes en el suelo o en
las hojas de las plantas (p. ej., aspergilosis alérgica, histoplasmosis
(infección pulmonar), etc.).
Enfermedades parasitarias producidas por la mordedura de garrapatas, niguas y
ácaros (p. ej.,sarna), o por larvas que penetran a través de las fisuras de la
piel (p. ej., anquilostomiasis, ascariasis). En algunos casos, las infecciones
pueden dar lugar a efectos neurotóxicos y a parálisis.
Factores ergonómicos y sociales.
Los movimientos manuales repetitivos, las posturas incorrectas (p. ej., al
plantar flores), el izado y transporte de cargas pesadas, etc., pueden
causar molestias lumbares, trastornos de las extremidades superiores e
inferiores y otros problemas musculares y óseos.
Esta profesión suele desempeñarse en servicios
municipales y en terrenos públicos y privados, industriales y comerciales.
De acuerdo con los informes publicados, como resultado de la exposición a
diversas sustancias químicas agrarias, es posible que los jardineros estén expuestos a un mayor riesgo de padecer efectos
cancerígenos y mutagénicos;
las mujeres embarazadas que desempeñan esta profesión pueden correr un
mayor riesgo de sufrir abortos espontáneos y efectos tóxicos para el feto o
teratogénicos.
Las sustancias químicas a las que se ve expuesto un jardinero incluyen una
gran variedad de sustancias y compuestos químicos agrarios, como insecticidas
(organosfosforados, organoclorados, carbamatos, piridina, arsenicales, etc.),
rodenticidas, fungicidas, fumigantes líquidos y gaseosos (p. ej.,
dibromoetano, bromuro de metilo), herbicidas, fertilizantes, etc.; combustibles y aceites lubricantes; ácidos, compuestos de limpieza y esterilización,
disolventes (en particular queroseno en los compuestos pesticidas), etc.
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