POEMAS

 

Despues de abandonar "Poetas por su pueblo" hice una pesima "autoedición" de mis poemas hasta el momento.

Y como muchas autoediciones los "libretos" fueron desapareciendo sin pena ni gloria.

No obstante lo cual, no reniego de mis versos: los conservo manuscritos y los iré incorporando a esta página, sin prisas, pero sin pausas ... espero.

ASCENSIÓN AL AMOR
 

I .- Prólogo

 

Sobre  un amor

que en gran medida desconozco,

construido por rios de sudor

hasta doler en las manos,

de los hombres que edifican

a imagen y semejanza

de lo que disponen otros, en su contra.

 

Desde ahora pido perdón

por mi ignorancia, sinembargo ...

tanto amor se ha nombrado,

-Amores en verso consultados,

versos de amores tempestuosos,

solemnes, solitarios-

que creo preciso explicar

lo que alcanzo a conocer

de un amor concreto y positivo,

la imagen de mi propio amor,

confuso, pero necesario.

 

III.- Educación

 

Auguraron en mi lo que esperaba,

me prometieron llegar

a lo alcanzable,

ofrecieron enseñarme lo que sabía.

Pero no admitieron

la más leve, interrogante sonrisa,

Y entonces amenazaron.

 

Me condenaron:

a no creer en sus promesas,

a no alzanzar lo inalzanzable,

a no llegar a la oscuridad completa

llevando una luz en los ojos.

A persecución y muerte.

 

Me fui -era más joven-

agradecido por la risa.

 

IV.- Adolescencia

 

Esperaba, esperé

con una quemadura de sol

en los ojos, para ver.

Nada. Nadie acudio. Ningún dios.

Sin fe, desengañado, con un incendio

de ira en las manos,

segui esperando.

Esperé, taciturno, frio y oscuro

... y llego el día e que, lanzando

versos por los ojos, tropece

con el umbral puro del enigma.

AMOR.

 

Y ... vuelvo, dispuesto a celebrar

mi esperanza,

aunque la ajena experiencia

declare que es superfluo,

pese a que el dolor terroso

de seres amontonados en vida y muerte,

clame contra mi voz en algarada.

Tanto tiempo pasado, perdido

sin yo saberlo;

así el por pasar, me encuentra

dispuesto a su llegada,

con la voluntad

preparada a cruzar sus raices,

alumbrar su oscuridad, aliviarle

pendientes.

 

Saludo al por venir, por nacer,

... todo por hacer.

Voz y vida aporto

para que el hombre se sobreviva,

a fin de poblar el mañana

de hierro y agua, fruta y madera

... lo preciso.

 

VI.- Amor

 

Tal vez necesite otros ojos,

quizas estos mios esten sumergidos

por el golpe de una firme certeza

contra el cielo.

Tal vez necesite unos ojos

con las alas de tu nombre,

con el fuego apretado

de tu cuerpo.

 

Tal vez necesite tu presencia

para vivir en tí cuanto vive,

para que el pan sea una mariposa

accesible sin romperse,

para que el anhelo insumiso

se yerga en el viento

sin destrozar corazones

a su paso desacompasado,

furioso por la ira

 

Tal vez así el dolor sea un pájaro

de vuelo súbito,

que acerque, deje tras de si

la verdad encerrada

en un puño humano

inacabado.

 

VIII.- Ayer

 

Escribo "ayer", vencedor o vencido

de un tiempo devorado

de cansancio.

Pueblo de hoy mañana

mi estatuto presente,

inquiriendo en la invariable

memoria del amor pasado.

 

Tras todo nuevo amor retumban,

permanentes, pretéritos, ajenos

amores de antigüedad sedienta.

No es imposible, pues sucede,

que una mano pueda recordar

el tacto y tocar la lejanía,

en una hora nueva,

cambiante y perentoria.

 

Sucede que la voz enumera,

como pétalos recientes,

hechos florecidos de ignorado

recuerdo.

 

IX.- El verso

 

No inventa maravillas

mi verso escuálido, seco.

Ni resuelve, inexistentes,

sagrados misterios.

Ni aún siquiera armoniza

ningún oscuro concierto.

 

Lo que le icumbe, le es difícil

de expresar, parco de palabras

por la acerada frialdad

de mis escasos conocimientos.

Afirmo y ratifico,

deduzco y paso hablando

de cosas concretas y reiteradas.

 

Es preciso luchar la sustancia,

madurar y acerar los perfiles.

Anegar al hombre que permanece

estraño, vacio, ajeno ...

para que en sus labios sepa.

Escama a escama es necesario

compartir, clavar, coser,

encajar voluntades,

libremente dispuestas al riesgo,

a no desconocer en absoluto

el largo alcance

del sufrimiento compartido y unánime.

 

XI.- Amanecer

 

Anochecido de lluvia,

dormido sobre sus ecos,

se escucha

-consumido el arenoso silencio

como un fluido oscuro y dilatado-

el esfuerzo de la existencia

por lucir irreparable

en la verdad más pequeña

 y cotidiana.

 

Abierta esperanza, que se incorpora

en los ojos al sueño.

Halito helado, el agua

es la razón, o savia de deberes,

que enhebra el nacimiento

de sembrados y flores.

 

La noche no ha cerrado

la corola inmovil del cielo;

ha estado destilando su aroma,

libre de orillas:

Rocio. Precario silencio

de las hojas, del viento,

de las voces.

 

Susurros de agua transparentes

crecidos del esfuerzo

de las sombras

en el amanecer sin fulgores,

que han colmado la mañana

de diamantes que inaugurar

en el diario volcan alimentício.

 

Saludando al viento con el brazo,

fatigado en la piedra y la penumbra

del pan de cada día;

en el sudor se crea el alba,

nace en la niebla

de sus manos.

 

XIV.- Mujer

 

Amarte y contemplarte

es un pájaro sencillo

que crece en trinos

con la semilla del polen

de los vientos.

Mitad opuesta de risas e hijos,

de ruiseñores lucientes

en mi corazón dormido.

 

Una mujer con sed y agua

rondándole la sangre,

con el mismo dolor que a fuego,

ha marcado lis quebrantos.

Luz de vida entrelazada

a la afirmación de mis sentidos.

 

XVI.- Lo permanente

 

Como llega la luz

a la frontera de la noche:

crepuscular, esquiva y encerrada.

Como salta la semilla

y se enreda tenaz

en el surco espinoso de la vida.

Así llevo mi amor

hasta el extremo de su afirmación

en el aire descansado de tu cuerpo.

Hasta el límite de su creación

en tu rosal abierto

donde se encarna y dispersa.

 

Así está en tí lo perdurable,

como un hambre intacta.

Está en tí lo permanente

como una piedra lacerada

hasta la finura crepuscular de las uñas.

 

XVIII.- Tu mirada

 

Sin horizontes que perseguir,

sin líneas ni medida,

tu mirada es la mínima

sonrisa de la vida;

tersa maravilla arrasadora

de la realidad roma,

roma por el desgaste

de una lucha permanente:

Amor verdadero

de lo acontecido realmente.

 

Sin reposo sueño nombres posibles,

duermo en el aire del deseo,

soñador de realidades

describo vidas futuras

que habrán degerminar

en un manantial de verdad.

Regreso del esfuerzo cotidiano,

difícil, amargo,

a tu corazón amante.

 

XX.- Tu seno

 

Cuando reclino la cabeza

en tu vientre;

sin medir las distancias,

las pausas necesarias,

quebranto en cada paso,

con torpeza

los límites de posible esperanza,

cerrando los ojos para renacer.

 

deshojada en el aire de los besos,

la voz pobre, sensual

de tu boca transparente,

yergue sencillo el calor

que propaga;

despide cenicientos pormenores,

marca apremiantes espasmos

de luz:

 

Y tu seno alumbra,

levanta el polvo germinal

que acariciando silencios forjó.

 

XXI.- Nacimiento

 

Por el filo hiriente del amor

naciste: desnudo y sangrante.

Abiertas, ciegas pupilas

para abarcar con ojos desencajados

hasta donde alcanza el grito

interrogante y desgarrado.

 

Marcha triunfal sin signos

fidedignis, debil e inseguro,

reiterado camino

de reconstruccióno creación

de lo destruido o increado.

 

¡Como no hallar

en el polen sediento,

parangón a tu presencia!.

Eres evidente razón de luz,

ciego alegar contra la noche.

Y así ocupaste tu sitio

en el altar de la alegría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

II.- Historia

 

Los rios siguen necesariamente

su curso ... inundan, encierran

un agua secreta, fría, acechada.

Ni una gota sin cansancio,

alba verde, ciego mar,

sol y estiercol, sangre negra

bajo el acero.

 

Recuerdo lejano ... callado.

La dureza, el egoismo implacable

sosteniendo las armas por razones, despojando al esfuerzo más humano,

al trabajo.

 

En invierno se oculta el hambre

por verguenza. Merodeando,

esquivando, pretendiendo

ignorar la miseria

que en el pan

-comido escaso cada día

!Y a Dios gracias¡- acecha

 

Pasan los años

en su arduo crecimiento tributario,

y al dolor le surge empuñadura

de mantener el barro infecundo

entre las manos.

 

Y está cerca el saber,

!Siempre tan cerca¡

hasta dónde arraigan

las raices para resistir.

Hasta donde el hombre maltratado

puede guardar silencio.

 

Y se levantarán tormentas,

lluvia de esperanza, para lavar

la sangre derramada;

alimentando un libre trigo.

 

Se reunirá el aire

que eriza los sembrados,

el dolor almacenado,

las voces rotas por el odio,

el clamor oscuro de la tierra

para arar, sembrar paz

en el quemado recuerdo.

 

V.- Tormenta

 

Martillean persistentemente

-día tras día-

el horizonte con golpes de lluvia,

duelen las gotas

hasta en la corteza muerta

de los árboles dormidos;

oradan el polvo del camino,

hieren los terrones y los tallos,

destrozan flores e insectos.

 

En el aire dolorido

palpita el olor a tierra

y se marchita la luz.

La sombra bruscamente nacida,

se quiebra partiendo el cielo,

rasgando hasta encontrarse

-vida vegetal martirizada,

árbol oscuro- sobre la senda.

 

Como un ahullido cruje la madera,

sigue la lluvia dura,

apaga el grito.

Poco a poco también se apaga

el soplo de agua,

nace de nuevo la presencia

escasa de la calma.

 

Decapitado,

el párpado oscuro de la savia

ha debido reordenarse.

Desgajada la rama herida,

su dolor persiste,

aún después de que el bálsamo

cerrara un aroma penetrante

por la llaga.

 

Busca asidero la rama caída,

tierra para despertar la vida

desterrada.

Tiende su mano

a conquistar luchadora

un agujero en la piel

durisima de la existencia.

Insiste hasta abarcar

lo inasible en sus raices. 

 

VII.- Nocturno

 

El canto perdido de un pájaro

acuchilla la mirada exacta

del aire cansad.

Su última nota,

junco de ecos quebrados,

da el adios sonámbulo al día.

 

Cuando apaga la oscuridad

el resplandor de las cosas,

y ya nada es, sino

el aroma de su origen.

Te alzas entonces,

sobre la pantalla de los muros,

negra noche ... fuego.

 

De muerta estrella

-apagada por el aire-

vuelves la sombra

en puro movimiento.

Te precipitas, desnuda flor de silencio,

te entregas, abarcando en el amor

todo el piélago nocturno.

 

Dormido volví a labrar tu presencia,

inagotable ámbito que le corresponde.

Volví a vivir lo vivido,

con tacto en los ojos

de alegría y silencio.

 

Pasé sobre lo ocurrido en el día,

y lo miré como hubiese querido verlo.

Regresé para continuar intentando

soñar dormido y vivir despierto.

 

X.- Siembra

 

Siembra en tu nuca

mi aliento,

en el carbón cereal

de tus cabellos,

soplando a voz en grito,

amor.

Llena sus caminos,

los delimita y aborrasca,

los tuerce y aniquila.

 

Siembra en tu nuca

mi aliento, pulido y declarado,

cada paso dado

para que la lucha siga,

haciéndose inflexible.

Amor

para poder dar magnitud

de vida a lo deshabitado,

para persistir hasta sorprenderme

mirádolo todo con ojos

ignorados.

 

Siembra en tu nuca

mi aliento el porvenir,

como un fino hilo de luz

que crecerá en el esfuerzo

solidario.

 

XII.- Hoy

 

Para definirlo,

llegué al hoy para poder decirlo,

para de ese modo llegar

al mañana oculto

como una dudosa espina.

 

Mañana nuestro,

rosa desprendida

por la que el amor a de caminar

ardiendo en el aire,

dilatando colores,

empujando la luz

a un violento crecer de esperanzas.

 

Inexorable pasa este hoy

a la red inevitable de mañana;

mientras presurosos,

disponemos las razones ya forjadas

para entender amor

como vivir transformando.

 

XIII.- Alegría

 

Algo que ha ocurrido

hermoso de recordar,

entre lo vivido, que es escaso;

entre lo sentido y lo no compartido.

Quizás me refiera

a la alegría,

a la esperanza en otros ojos

mirando a mi traves el camino.

 

Jamás pude soñar tal maravilla,

pero se que la he vivido,

la vivo cada día.

Nada más cierto

que este amor cotidiano,

silencioso, enfervorecido.

 

XV.- Aprender siempre

 

Pulso sombras pasadas,

insisto para alcanzar la medida

de lo ya sabido, silenciado

de tanto tropezarlo

hasta la indiferencia,

con la ignorancia de un mínimo

conocimiento.

 

Esculpo cada palmo de instante,

muerdo los sonidos,

contemplando

el duro avance de los ecos

en su esfuerzo de comprensión,

pues nada es más doloroso

que no sufrir por desconocer.

 

Ayer, mañana, siempre ...

esencias, razones indicadas

para erradicar lo insolidario.

Es así que no accedo

a extinguirme olvidando;

que permanezco,

buscando en acto,

respuesta con que atormentarme

el digno albedrio

de vivir amando.

 

XVII.- Agua

 

Vine a encontrar el agua

para beber mi reflejo

en el barro oculto

bajo su aliento gélido.

Roto dejé su espejo,

en mil trozos de viento

empañado y humedecido.

 

Y soñé un momento

oradar la tierra,

subir al cielo hecho una nube,

precipitarme sobre los campos

labrados y sedientos.

Volver y ordenar los rios,

distribuirme justamente,

saltar sobre la sed

de los hombres hasta saciarla.

 

Limpio y fresco

surgí del agua,

listo para reenfrentarme con la vida.

 

XIX.- Tu cuerpo

 

Para afirmarme a ti recurro,

la pasión hierve en mis manos

lo que ofrezco,

lo limpia y reduce,

lo ajusta al ser que me proclama.

Es hora de amarnos,

de reconocernos en lo más cercano,

de inaugurar la aguardada voz

de nuestros pasos juntos.

 

Justamente este es el sitio,

la viva distancia,

para mejor luchar

mi natural presencia, afirmarla.

No dura la mirada

una fracción de segundo,

cae encendida

sobre cada instante.

 

En el último conocimiento

apura los límites,

para después extenderse,

dilatarse trémula, buscando

un horizonte que llevar,

un camio para recomenzar

su viaje inaplazable a lo absoluto.

 

Busco en su arquitectura

un único error, uno sólo.

Me es imposible.

Es la medida justa,

el punto exacto de apoyo

sobre el aire

para encontrarnos desatados

en la puerta de la creación,

soplando amor, hasta que surja

con fuerza para resistir

el camino a escarbar con los dientes.

 

Para que el trabajo

alumbre, levante llacimientos

de erosión

hasta aprehender minerales

desbordando arcilla;

materiales suficientes para defender

amor y descanso de la lluvia.

 

XXII.- Más allá

 

Algún día huirá veloz,

brusca, la vida,

ahogándome,

recogiendo mi último aliento.

 

A lo que nunca llegue

ahora me acerco con un grito

para decir:

¡Espera! Aún entonces

no habré muerto.

Entregaré mi cuerpo

a la mutilación.

 

Reparto sus pedazos:

Sean los ojos luz

a ser posible, de otros ojos vacios.

Aprisione mi brazo otros sueños.

El corazón, si no revieta,

que lo haga en otros latidos.

Vibren las cuerdas vocales

en otra garganta.

 

Y a los pies de una noche

de aire y lluvia,

se suelten mis restantes cenizas.

Fecunden el agua, la tierra,

la piel de los escasos presentes,

para alcanzar, hermanado, solidario,

el más allá ...

 

OTROS POEMAS SUELTOS
Memoria

No sólo el mar, ni sólo tierra,
temblando en el agua salada;
sobre la playa también durme
el cuerpo insumiso de la esperanza.

La piedra se reduce a lo ínfimo
luchando contra la piedra.
El grano de arena resultante
continúa su obra de permanencia,
y a su vez se hace mar.

Forjado, iridiscente,
macizo de aire y niebla,
en cada vaiven se levanta
con uñas y dientes,
húmedo y pedrestre,
eterno y absoluto a nuestros sentidos.

Sólo nos quedan las insensibles manos,
sobre las que llueve el tiempo
como sobre un camino, borrándolo ...
miedo y olvido ... cansancio.

La razón se para, se abandona,
refluye a su extensión más quieta,
emboscada en un delirio frio
de verdades ignoradas,
de imposibles realidades,
de evidencias amargas ...

¡No! ya no vuelvo, ya no regreso
a edificar extinguiéndome en arena,
permaneceré en los interrogantes
que encadenaron mi historia,
me hundiré del otro lado
del abismo inquisitivo, ¿insondable?.

Temor de saber lo que me pesa,
la pura quimera que retorna;
y así vuelvo a levantar estremecido
de orgullo y rabia
para estrellarla contra el primer muro
de oscuridad traído en el curso de los días.

La memoria redimida,
el lívido destellos sin acentos
que vacila perplejo un instante
entre la evidencia
y la revuelta despiadada
de la incertidumbre.

El poeta ante el público

Por derecho propio,
mal o bien ganado,
me nombro y declaro poeta,
corono de laurel mi corazón impío,
recurro al verso.

Viejos sueños confusos y reiterados,
ni nuevos, ni definitivos,
capricho, vano humor
de un poeta ante el público.

El aire de payasos
que la vida en prosa
nos ha dado, será mi disfraz.
Alcanzenme esa sucia careta
sonriente, que diluya
mi rostro abotargado.

Amar

No es difícil amar
hasta deshacer los términos
y deslizar en el dolor
una dura gota de alegría;
aunque sea preciso latir
entrecortados, mascando furia
contra las manos de la sombra,
conta tantas palabras sin sentido
con que el hombre
intentó purificar el amor,
asesinándolo.
En la sombra del amor
toda memoria es silencio.

Tormenta

Momento terrible
para el amor puro de la naturaleza,
el sordo latigazo de la tormenta.
Ha marchado ferrea el agua,
terca llamarada ensortija
una espesa selva cereal,
geografía de madera triunfal.
El mar es un corte acerado,
en cada ola la costa tiembla.

Desbocadas en el viento,
sus alas son dos dunas de granito
que trabajan el aire
para sostener su presencia,
demoler contactos inusitados
con las espinas rocosas.
Partido el aire por el trueno,
solidifica los tímpanos
con un puñado de gotas
sobre las semillas del sonido
que se alza refulgente.

Desciende desde su ser el día
reconociendo al hundirse
la lluvia de espuma pasajera
que encierra.
Rasgando ante la noche
el timbre luminoso
que le reencarna y germina.

El poder

Las malas leyes del comercio
nos enseñan desde pequeños:
un desgraciado y solo cielo
para quien llegue el primero.
Para los otros ... ¡El eterno!

Al pie del dolor está el hambre,
doblada de cansancio,
con sus manos sucias
respira en la guitarra
caja de resonancia que consume
el silencio como un grito
más abierto de lo necesario.
Hay palabras que es preciso sufrirlas
para tener a ellas derecho.

Sentidos figurados en los acentos,
reduciendo el clamor humano
del dolor y la ira.

El poder corta
como un pétalo de acero,
de misterio cargado
para el dolor ciego
que vive y no concibe
ese mar que se extiende
en lo más hondo
con una salida al aire
por los ojos, como el rocio
de una verdad a cuestas.

Actitud

La puerta de lo nunca visto
se abre cada día.
Empujada por la brisa
parpadea incognitas fugaces.
La voluntad es el vendaval
más fuerte conocido,
cabalgando sobre el amor
com en un caballo de guerra.

Paralelo a la luz de mi palabra,
en la sombra mutilada
de la voz del reloj
(última, distante cucaña
de ángulos dormidos)
el árbol de mis labios
a caballo de las rosas
muerde de sueños al viento.

Una actitud que define
y conduce sin sobresaltos.
Cada cual sólo aspira
a inclinar lo que puede ser,
o suceder, hacia un perdón insepulto.
Silencios de dos filas
de uñas y taladros.
Fuego profético de la ceniza.

Arañar la luz con los ojos,
desde los ojos sin reflejos inertes,
con los ojos del pensamiento;
lo que pudo no ser un relámpago
y fue sólo ilusión de luz
que crecio contra el dolor.

Viejo arado.

Sobre el cielo verde ...
sobre la hierba
coversadora perpetua del viento.
Sobre un palmo de tierra,
sin horizonte yace.

Óxido y niebla,
el tiempo rompió sus manos,
dejó sin rumbo al arado;
guadaña de vida
en la abierta sementera,
fiel conquistador del alimento
de muchas bocas.

Gravemente manso,
hoy la siente segura,
sombra espesa y ciega
que no volverá a hendirse
ante su perdida, parturienta
grandeza de cuchillo.
Acta amarga
surco a surco levantada.

Cosecha a cosecha trabajado,
el metal se llama y define,
se consagra en una corona
inmovil, errumbrosa, solitaria.

A tantos que no recuerdo

A el más alto, inalcanzable,
vacio mirador de sí mismo
y admirador de su impostura.
El, que penetra, al dirigirse
a los otros, a los ínfimos,
retorciendo las palabras
para que cojan vuelo,
para que como una mano compasiva
hieran y destruyan al hombre
en alabanzas.

A el más poderoso, dominador
del resto de los seres,
que desde su potencia
apaga en una sola voz,
vidas por millares.
Que hace de todos sus actos
un bostezo divino.
El, que llego bajo tierra
a levantar el fuego y la sangre
para emplazar su trono.

A vosotros os digo:
está próxima la hora,
la vuestra, la última.

Camino

Humilde merodeador
de mi propia tristeza giro,
intentando morderme la cola
del dolor de mis desamparos,
del frío de mi ser
buscando el camino.

Empujar un paso el alma ajena,
usar la verdad como una hoz
contra ciertas miradas,
sólo en el cansancio último
llegar a la paz.

Poblar de pasos,
construir sobre la nada
el eco caminante de mis ojos.
Ciego temblor de arena,
sobre el cristal resbala mi aliento
y quedo prisionero del aire.

El estar simplemente, persistir
arrastrado por la corriente
del tiempo que no avanza,
si no empuja a no existir
ni comprender.

¡Alto!

Altivez de una mano
suspendida del fusil.
¡Alto he dicho!
La mano se sobresaltó
con la brusquedad del miedo
en la sangre desgarrada,
en el aire irrespirable
que defiende en estructura
el vicio de desconocer.

La sangre es una paloma
con vuelos de leche universal
en la sombra dura de las pupilas
para esprimir una lágrima,
un mar de lágrimas.

Encontrarse con un pedazo,
grande o pequeño,
de sal en los surcos de la cara.
La sal es la hostia bendita
con que la naturaleza consagra
los alimentos en la saliva de la boca,
y en el desconsuelo.
Sol sudoroso tatuado
en el horizonte de los ojos.

A José María Vargas Vila

A el más humilde,
oculto constructor de silencios,
que trabajó y vivió
sin levantar la vista,
ni aún para morir.
El desvalido soñador de paz,
creyente en lo que no tiene
y sabe que no tendrá nunca.

A el más amargo,
desesperado inalcanzador
de lo absoluto.
que estruja dolores,
sembrándolos bajo sus pies
de piedra antigua,
y continua martirizando sus manos,
escalando lo cierto.

A cuantos no puedo asumir
en tanta lejanía
como trenza mis dedos,
como aprisiona la historia,
como habita algunas miradas
para alcanzar, a golpes de luz,
su medida.

Hoy invoco a los muertos postreros,
que me gobiernan el andar.
A los que viven alargando sus voces
-verdadero torrente-
por los cauces sin memoria,
hasta encontrar fiel oido
que recoja alientos ya perdidos,
continuador servero
para describir en el aire
el sueño de la idea
que corta los pasos del camino.