Presión ejercida por la sangre sobre las paredes de las arterias. La tensión arterial es un índice de diagnóstico importante, en especial de la función circulatoria. Debido a que el corazón puede impulsar hacia las grandes arterias un volumen de sangre mayor que el que las pequeñas arteriolas y capilares pueden absorber, la presión retrógrada resultante se ejerce contra las arterias. Cualquier trastorno que dilate o contraiga los vasos sanguíneos, o afecte a su elasticidad, o cualquier enfermedad cardiaca que interfiera con la función de bombeo del corazón, afecta a la presión sanguínea. En las personas sanas la tensión arterial normal se suele mantener dentro de un margen determinado.
El complejo mecanismo nervioso que equilibra y coordina
la actividad del corazón y de las fibras musculares de las arterias, controlado por los
centros nerviosos cerebroespinal y simpático, permite una amplia variación local de la
tasa de flujo sanguíneo sin alterar la tensión arterial sistémica.
Para medir la tensión arterial se tienen en cuenta dos valores: el punto alto o máximo,
en el que el corazón se contrae para vaciar su sangre en la circulación, llamado
sístole; y el punto bajo o mínimo, en el que el corazón se relaja para llenarse con la
sangre que regresa de la circulación, llamado diástole.
La presión se mide en
milímetros (mm) de mercurio con la ayuda de un instrumento denominado esfigmomanómetro.
Consta de un manguito de goma inflable conectado a un dispositivo que detecta la presión
con un marcador. Con el manguito se rodea el brazo izquierdo y se insufla apretando una
pera de goma conectada a éste por un tubo. Mientras el médico realiza la exploración,
ausculta con un estetoscopio aplicado sobre una arteria en el antebrazo. A medida que el
manguito se expande, se comprime la arteria de forma gradual. El punto en el que el
manguito interrumpe la circulación y las pulsaciones no son audibles determina la
presión sistólica. Sin embargo, su lectura habitual se realiza cuando al desinflarlo
lentamente la circulación se reestablece. Entonces, es posible escuchar un sonido
enérgico a medida que la contracción cardiaca impulsa la sangre a través de las
arterias. Después, se permite que el manguito se desinfle gradualmente hasta que de nuevo
el sonido del flujo sanguíneo desaparece. La lectura en este punto determina la presión
diastólica que se produce durante la relajación del corazón. Durante un ciclo cardiaco
o latido, la tensión arterial varía desde un máximo durante la sístole a un mínimo
durante la diástole. Por lo general, ambas determinaciones se describen como una
expresión proporcional del más elevado sobre el inferior, por ejemplo, 140/80. Cuando se
aporta una sola cifra, ésta suele corresponder al punto máximo, o presión sistólica.
Sin embargo, otra cifra simple denominada como presión de pulso es el intervalo o
diferencia entre la presión más elevada y más baja. Por lo tanto, en una presión
determinada como 160/90, la presión media será 70.
En las personas sanas la tensión arterial varía desde 80/45 en lactantes, a unos 120/80
a los 30 años, y hasta 140/85 a los 40 o más. Este aumento se produce cuando las
arterias pierden su elasticidad que, en las personas jóvenes, absorbe el impulso de las
contracciones cardiacas. La tensión arterial varía entre las personas, y en un mismo
individuo, en momentos diferentes. Suele ser más elevada en los hombres que en las
mujeres y los niños; es menor durante el sueño y está influida por una gran variedad de
factores.
Muchas personas sanas tienen una presión sistólica habitual de 95 a 115 que no
está asociada con síntomas o enfermedad.
La tensión arterial elevada sin motivos aparentes, o hipertensión, se considera una causa que contribuye a la arterioesclerosis. Las toxinas generadas dentro del organismo provocan una hipertensión extrema en diversas enfermedades.
La presión baja de forma anormal, o hipotensión, se observa en enfermedades infecciosas y debilitantes, hemorragia y colapso. Una presión sistólica inferior a 80 se suele asociar con un estado de shock.