·SIESTA

Durante la fase diurna del ciclo del sueño existe este otro momento de tendencia al sueño, que coincide con el horario postprandial (después de comer) pero de forma independiente de la ingesta o no de alimentos.
Las siestas breves, durante el turno prolongado, mejoran el rendimiento laboral. Las siestas previas al turno de noche, también mejoran la adaptación. Las siestas cortas, al comienzo del turno prolongado, son más eficaces que las tomadas en la mitad o hacia el final del turno. Hay que hacer notar, sin embargo, que la mejoría en el rendimiento, se produce una vez pasada totalmente la fase de somnolencia. Esto puede ser un problema en los casos en los que en el trabajo sea requerida una atención inmediata.
Las personas que no pueden dormir más de 5 horas (muy usual en los primeros días del turno), encuentran un reposo adicional de 1-2 horas con el empleo de siestas. La siesta, tomada en un punto determinado del día, constituye un "anclaje" de señal para el sistema circadiano, que puede llegar en ciertos casos a retrasar la adaptación al nuevo turno. Esta situación, que es beneficiosa para un trabajador/a en turnos rápidos, no lo es para el caso de turnos lentos.
Por lo tanto, se recomienda tomar siestas sólo si hay que estar alerta la noche siguiente.

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