E 343
Ortofosfatos de magnesio (H 7093)
El ácido fosfórico y sus sales son substancias inorgánicas, siendo los ortofosfatos las
más sencillas de las sales del ácido fosfórico.
El fósforo es un elemento fundamental para la vida, y, en diferentes formas, se encuentra
presente en mayor o menor proporción en prácticamente todos los alimentos.
El ácido fosfórico se encuentra como tal en algunos frutos.
Es también un producto de la industria química, obtenido en enormes cantidades a partir
de rocas fosfóricas, del que solo una va a parar a la industria de los alimentos.
La principal aplicación del ácido fosfórico es como acidificante en las bebidas
refrescantes, y particularmente en las de cola.
Las sales sódicas y potásicas del ácido fosfórico se utilizan en una gran extensión
como estabilizantes.
Una de sus principales aplicaciones es en productos cárnicos.
Al interaccionar con las proteínas disminuyen la pérdida del agua y aumentan la
jugosidad del producto.
Este efecto se utiliza especialmente en la elaboración de fiambres y otros derivados
cárnicos.
En España se limita su utilización no por sus eventuales efectos sobre la salud, que no
los tiene, sino por la posibilidad de la incorporación de una cantidad excesiva de agua
al producto, defraudando al consumidor.
Por la misma razón está prohibida su utilización en la carne fresca, aunque evitaría
la pérdida de jugo durante el almacenamiento y durante su procesado para la venta al
detalle ya preenvasada.
La utilización por parte de los industriales de fosfato sódico, en lugar del potásico,
algo más caro, es la causa de un cierto sabor astringente que se aprecia en los jamones
de york más baratos.
En productos lácteos se utilizan los fosfatos como estabilizantes de la leche UHT y
esterilizada clásica, para evitar su gelificación, y también en la evaporada,
condensada, nata y en polvo.
También se utilizan, especialmente el E-339, como componente de las denominadas
"sales de fusión", utilizadas en la elaboración del queso fundido en lonchas,
porciones, etc para evitar que la grasa presente no se separe del resto de los componentes
durante la fusión.
En algunos tipos de pan se utilizan los fosfatos para mejorar las propiedades de la masa,
favorecer el crecimiento de las levaduras y controlar la acidez.
El ácido fosfórico y los fosfatos se utilizan como coadyuvantes tecnológicos en el
refinado de aceites y, junto con hidróxidos o carbonato sódico, como reguladores de la
acidez.
Los ortofosfatos monosódico, monopotásico y monocálcico se utilizan también como
gasificantes, combinados con el bicarbonato sódico (500 iii) para formar las levaduras
químicas utilizadas en la elaboración de masas fritas.
La utilización de uno u otro depende especialmente de la velocidad de desprendimiento de
gas que se desee obtener.
El más utilizado, y de efectos más rápidos, es el fosfato cálcico monobásico
hidratado, constituyente de la levadura química de utilización casera.
A veces, para que actúe más lentamente se elabora recubriendo cada grano con otro
fosfato menos soluble.
En general todos los fosfatos actúan también como secuestrantes de metales, lo que hace
que tengan efecto antioxidante.
También mejoran la estructura de los geles formados por las pectinas.
Ocasionalmente se han utilizado en algunas conservas de pescado para prevenir la
formación de struvita, un fosfato insoluble inofensivo pero con aspecto de esquirlas de
vidrio, cuya presencia puede inducir el rechazo del producto por parte del consumidor.
También puede añadirse a crustáceos frescos y congelados y a calamares y otros
cefalópodos congelados.
Los fosfatos de magnesio se utilizan poco, casi únicamente como antiaglutinantes en la
leche o nata en polvo destinada a utilizarse en máquinas.
Otra aplicación de los fosfatos es su utilización como estabilizantes y antiapelmazantes
en repostería y fabricación de galletas, Los fosfatos son en general substancias muy
poco tóxicas, con una toxicidad aguda comparable a la de la sal común.
En la práctica médica se administran a veces grandes cantidades de ácido fosfórico
(hasta 20 g/día) para suplir la falta de acidez del estómago, sin que se produzcan
efectos secundarios.
Además el fósforo es un nutriente esencial, cifrándose las necesidades de un adulto
entre 0,8 y 1 gramos por día.
Su abundancia en muchos alimentos hace que sin embargo prácticamente nunca se produzcan
deficiencias.
Se ha acusado a los fosfatos de disminuir la absorción de calcio, hierro, magnesio y
otros minerales esenciales.
En realidad, el efecto de los fosfatos sencillos no parece ser importante, e incluso a
veces al contrario, aumentan la absorción.
Sí interfieren algunas formas de fosfato unido a compuestos orgánicos (ácido fítico,
por ejemplo).
Sin embargo estas substancias no se utilizan como aditivo, sino que se encuentran
presentes en forma natural en ciertos alimentos de origen vegetal.
La absorción de fósforo y su eliminación por vía renal está controlada por la
glándula paratiroides.
La ingestión diaria admisible es de hasta 70 mg/Kg de peso para el ácido fosfórico y
los fosfatos de sodio y potasio.
La de los fosfatos de calcio no está limitada.
No obstante, no es la cantidad de fosfatos el parámetro más importante sino la relación
fósforo/calcio, que debe estar preferiblemente entre 1 y 1,5.
En el caso de dietas bajas en calcio, la ingestión aceptable de fosfatos es menor que en
el caso de dietas ricas en calcio, para mantener esta relación.
En experimentos con animales, los fosfatos pueden producir alteraciones renales,
cálculos, etc, pero solo a dosis muy altas, mucho mayores que las que se pueden encontrar
en los alimentos, aún cuando se usaran a niveles superiores a los legales.